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“Las orquídeas fueron capaces de desarrollarse de muchas maneras específicas para que, en cada caso, un insecto pueda polinizarlas, solo para eso. ¡Eso me parece tan increíble! Y lograron tantas adaptaciones y mostrarse tan llamativas… porque casi no tienen gracia cuando solo tienen el órgano vegetativo”.

Así describe Sara Ríos Jurado, ingeniera forestal de la UNAL Medellín, la fascinación que siente por las orquídeas, las mismas plantas que su papá cuidaba en su casa, aunque en ese contexto no sentía curiosidad por ellas; fueron la academia y una salida de campo de la asignatura Sistemática Vegetal las responsables de generarle ese interés.

Ella es autora de la Guía Ilustrada de Orquídeas junto con el profesor Luis Jairo Toro Restrepo del Departamento de Ciencias Forestales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Sede y Natalia Uribe Macías, docente de Ilustración científica de la Universidad de Antioquia. Se trata de una compilación de un registro representativo de estas plantas en el Oriente antioqueño.

El documento es el resultado de la investigación que hizo Sara para su trabajo de grado, desde el que exploró las orquídeas, una familia de plantas en cuyos rizomas se desarrollan hojas. La mayoría son epífitas, lo que quiere decir que se han adaptado para crecer sobre árboles, no obstante, algunas especies son terrestres. Sus flores son de formas irregulares y una de las características más destacadas es que “ya no liberan el polen, sino que forman masas, llamados polinios, que se adhieren al lomo de algunos insectos para su dispersión”, se lee en un texto del Banco de la República que, agrega, “se trata de un mecanismo muy avanzado y que implica una evolución paralela entre las orquídeas y los insectos que visitan sus flores”. Esto, para Sara, es magia.

Tan diversas como el arte y los colores

En el mundo, se lee en la Guía, existen más de 35.000 especies de orquídeas representadas en 750 géneros y de ellas donde existen más son en Nueva Guinea, Colombia, Brasil, islas de Borneo y Java. En Colombia son unas 4.270 especies las que se han identificado, de las cuales hay 1.572 que son exclusivas del país. En la región Andina hay 2.542 especies; 944 son endémicas. En la Orinoquia hay 143 reportadas y 15 propias de la zona.

Uno de los géneros más conocidos es Cattleya, al que pertenecían las orquídeas que había en la casa de Sara y también la flor de mayo o Cattleya trianae, la flor nacional de Colombia desde noviembre de 1936 y endémica del país.

Para la investigación previa a la elaboración de la Guía, Sara hizo recorridos en dos zonas ubicadas en la vereda La Rápida entre los municipios de San Rafael y San Carlos. Una es de pastos arbolados (zona de potreros), donde halló siete especies de orquídeas y la otra, un bosque secundario cercano a quebradas en un área de nueve hectáreas en las que encontró siete especies; cuatro de ellas coincidieron en ambos sitios.

Hay orquídeas grandes, pero también diminutas y de ese tamaño varias que Sara encontró en el Oriente antioqueño; hay unas que incluso son más pequeñas que las uñas de las manos, como se ve en varias fotos de la investigadora en campo. Entre ellas la Scaphyglottis prolifera y la Scaphyglottis reflexa.

La pasión que la ingeniera forestal adquirió por las orquídeas la combinó con otra que tiene desde hace tiempo: el dibujo; lo practica, dice, desde que se conoce. En los siglos XVII y XVIII se realizaron expediciones intercontinentales desde los reinos europeos y en ellas participaron dibujantes que plasmaron en papel las plantas identificadas por botánicos. Ya en el siglo XXI y sin tratarse de una gran correría de investigación, Sara decidió ser las dos cosas.

“El arte siempre ha estado ligado a la ciencia, si ves una clave para clasificar especies por ejemplo en dendrología, la herramienta es la ilustración, por ser la manera más sencilla de explicar para que las personas entiendan un carácter o una diferencia morfológica”, dice y está convencida de que las ilustraciones que ella hizo son un valor agregado para darse la oportunidad de observar muy bien. Las técnicas que usó en las partes vegetativas son puntillismo, tal vez la más usada en ilustración científica, y acrílico para las flores.

Indicadoras de la salud de los ecosistemas

Las orquídeas están presentes en casi todos los ecosistemas de la tierra, excepto en zonas con nieves perpetuas, en ambientes sumamente secos o desérticos y son organismos que dan cuenta del equilibrio y nivel de conservación de un área.

Según el Plan para el Estudio y la Conservación de Orquídeas en Colombia, son de los grupos de plantas más apreciados y apetecidos dada la belleza de sus flores, entre otros aspectos. Características como esa las han llevado a ser “sometidas al comercio intensivo y no controlado, así como su extracción inmisericorde de la naturaleza, especialmente desde la segunda mitad del siglo XIX”.

La deforestación y la transformación del hábitat son las grandes amenazas para las orquídeas y, por ende, para los organismos que dependen de ella. “Todo el mundo sabe, por ejemplo, que la Cattleya (trianae) es la flor nacional, pero no que hace parte de un grupo que actualmente es increíblemente vulnerable; dependen de una cantidad de insectos que las polinizan y que también se están viendo afectados por los deterioros de las áreas naturales y, si se acaba el polinizador, se acaba esta especie de orquídea”, explica Sara.

Dar cuenta de la diversidad existente en San Rafael fue también una motivación para promover su conservación. Allí encontró que: “ante el hecho de que fue un lugar tan vulnerable a la violencia y hubo desplazamiento, el bosque se alcanzó a recuperar un poco, entonces pude darme cuenta de que son áreas que tienen mucha riqueza pero que no han sido estudiadas a fondo. Además, la expansión turística es preocupante porque repercute de manera negativa sobre los ecosistemas”.

De las orquídeas a la ingeniera forestal, le llamó la atención la cantidad de adaptaciones que han tenido a lo largo del tiempo. Y así mismo debe ser la promoción de la conservación: constante. Lo que hay que evitar es incrementar su vulnerabilidad al punto de desaparecer, como sucedió con el billete de 50 pesos de 1969 en cuyo reverso había una cattleya trianae.

El conocimiento consignado y plasmado en la Guía Ilustrada de Orquídeas es clave para el propósito de conocer y proteger esa diversidad en el Oriente antioqueño, teniendo en cuenta que, como lo afirma la ingeniera forestal de la UNAL Medellín, “cada día se están extinguiendo un montón y no se da cuenta porque no se alcanzan a descubrir”.

La Guía Ilustrada de Orquídeas fue respaldada por el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la UNAL Sede Medellín y está disponible para consulta en el sitio web bit.ly/3cRD7Zu

4 de mayo de 2020